Por Gustavo Mancuso - Cronista NVE
Cuando yo era pibe, con los chicos del barrio hicimos un muñeco muy parecido a este, era un Gene Simons de Kiss. Fue un trabajo de vender rifas, una canasta navideña confeccionada por el rotisero de la esquina que la edulcoraba con algunos productos que le tiraba adentro y nos daba una mano con la venta, para lograr que el 31 haya quema.
Con eso comprábamos los cohetes que iban adentro. Alguna vez el valor de un rifa o dos fue destinada para saciar el calor de la caminata o un helado de agua, a compartir, entre los “trabajadores” del muñeco. Se hacía en la casa de alguno y se llevaba en la víspera para colocarlo y que no te lo quemen antes.
Con el paso del tiempo, la sociedad comenzó a entender que las bombas de estruendo no son buenas para los animales, para los niños con autismo, las personas con Alzheimer y otras enfermedades. La empatía hizo que se los queme sin explosiones, no hace mucho, los momos sin cohetes coparon la escena. Algunos hicieron show de fuego artificiales que fueron peores que un triangulito. Otros hicieron el ritual a partir de representaciones o de juego de luces para entretener a las familias que se acercaron para el clásico festejo.
Yo creo, lo veo a diario, que eso sigue. Noto, leo y escucho, que a partir de la “profesionalización del muñeco de fin de año”, abriendo una competencia absurda, por plata, creo que comenzó un diario, siguió una FM, y lo tomó el Municipio, la tradición empezó a tomar forma de concurso y dejó atrás la magia del trabajo desinteresado anual.
El amor por el muñeco de fin de año que reunía amigos, vecinos, tíos, tías y abuelas, encontró para una nueva generación la posibilidad de desarrollar otras artes. Hermosa, por cierto. Le imprimieron puestos callejeros, conciertos, artistas invitados, merchandising, cerveza tirada y puestos callejeros.
Yo esperaba, me tocó con mis hijos llevarlos a infinidad de fiestas, encuentros, y más por el secundario divididos en siglas, pero festejaron el último primer día, el segundo día, la fiesta del previo egresado, del egresado del año que viene, la de la tía del egresado, la de la previa del último día y la fecha final.
Yo pensaba que este año, ya habían encomendado la previa días antes, la previa del muñeco, el muñeco, venía la previa del año entrante, porque la cosa seguía creciendo. Algo pasó, los permisos no fueron tan laxos, se quebró la relación con el Municipio y leí que varios “muñequeros” se bajan de hacerlo para este año.
Repito, soy un tipo grande, que creció con el muñeco del barrio, hecho por pibes de 10 a 15 años, apoyados por un adulto, y con momos espantosos, con mucho amor, y que se quemaban en la esquina del barrio. Esa es la tradición con la que crecí, con la que mi ciudad se hizo famosa, por lo que pienso y entiendo que seguirá siendo así y que esa misma tradición seguirá de por vida porque aún veo esas hermosas estructuras.
Como sé que no voy a estar de acuerdo con una gran generación, les propongo que le pidan al Intendente, un predio en donde puedan acudir todos los generadores de grandes momos, donde puedan funcionar con las previas, las ventas y que puedan mostrar sus destrezas y ganar premios. Pero no creo que todo esté perdido.