La vieja costumbre de que la lámpara que no arregla el Municipio la termina pagando el vecino ante la necesidad de tener iluminado el barrio.
Contó Carlos de 94 y 118 que se cansó de reiterar pedidos al 147 para que cambien la luz del barrio, pero la tuvo que cambiar él personalmente porque el Municipio nunca llegó.
“Me cansé de pedirles el arreglo de una luz en 94 y 118, nunca vinieron, tuve que comprar una lámpara y cambiarla” dijo y finalizó que “pensar que pago los impuestos”.