El nuevo barrio está delimitado por las calles 23 bis a 25 y de 76 a 80, cercano a la Escuela 22, el crecimiento en la construcción también va de la mano con el aumento de los robos. Según detalló una nota publicada por El Día, el avance de la urbanización incrementó el robo de portones de acero.
Es así, que se sumaron infinidad de denuncias de propietarios que habiendo construido el cerco y las paredes se encontraron con la desagradable noticia que les robaban los portones de acero corredizo.
Como es sabido, el costo de este tipo de portones alcanza los 100 mil pesos y es un golpe letal para aquellos que están haciendo sus viviendas. Al menos cuatro portones fueron robados. Se sabe que las obras son marcadas, según los datos aportados por los damnificados y publicados por el diario local,
“Los robos ocurren de noche, cuando también marcan las obras. Acá no hay seguridad policial y, si bien las denuncias están, los resultados no”, expresó un frentista, que prefirió no identificarse para evitar represalias.
“Creemos que son bandas organizadas, que necesariamente tienen que contar con una camioneta o un camión para poder cargar los portones. Eso no te lo robás así nomás”, añadió un vecino del lugar.
Otro interrogante que se plantea si tiene relación los estruendos y picadas de motos que allí se realizan en relación al robo de portones, como una forma de distracción y ocultamiento de los ruidos.