La definición sobre los reductores de velocidad da cuenta que son colocados con el “objetivo de reducir la velocidad de los vehículos, procurando disminuir la peligrosidad en los cruces de calles, como así también, en algunos tramos de rectas que se prestan para aumentar la velocidad al circular”.
Es muy claro, si hay altas velocidades en una calle, avenida, paso, comúnmente los vecinos o funcionario avezado pide, reclama, solicita o ejecuta la resolución de colocarlas cuanto antes con el fin de evitar una muerte.
La autopista de entrada y salida de la localidad hacia el casco histórico, por donde cientos de autos la recorren a diario es la avenida 13, con una circulación bifurcada cuando ingresa al Barrio Monasterio.
Las intersecciones de 10 y 12 bis con el cruce de la 80 ha sido protagonista de incesantes accidentes. Los mismos, tras incesantes reclamos, porque la solución nunca es inmediata, sino que el vecino debe reclamar, volver a reclamar, lamentarse de un herido o un muerto, volver a reclamar, para que al menos sean colocados reductores de velocidad.
Sucedió en los últimas semana que la comuna decidió repavimentar la mano lateral al Monasterio de 10 y 78 hasta la 85. Allí existían, por lo antes expuesto, varios reductores de velocidad por el riesgo del paso de automovilistas a altas velocidades. Se quiera o no, el bacheo que se viene realizando en los últimos tiempos donde circular pareciera entrar en unca coctelera, ayudaba para evitar accidentes.
Mientras que el timbreo casa por casa mostrando las bondades de la obra de asfalto por parte de funcionarios hacia los vecinos avanzaba, los frentistas del lugar atinaron a preguntarse si las maquinarias se iban a retirar sin colocar los reductores de velocidad.
Atrás quedaron los pozos y los pésimos bacheos sucesivos de unos tras otros. La calle finalmente quedó lisa, transitable, como para hacer carreras de rollers.
El drama comenzó ahora para los vecinos que observaron que la super promo del puerta a puerta había terminado y que la obra no tenía incluidos los reductores, quedando una calle peligrosa, no solamente para la circulación sino para los peatones que podrían ser blanco de cualquier despiste.
A la guarda de que se complementen los reductores en los próximos días, los vecinos y frentistas ya comenzaron a levantar el teléfono para poner en evidencia esta situación que preocupa y mucho a los vecinos y vecinas de Barrio Monasterio.