Por Gastón Crespo. Referente Partido GEN, concejal (MC).
El fenómeno climático ocurrido los días 2 y 3 de abril de 2013 fue extraordinario, es cierto, pero también fue previsible. La naturaleza había avisado varias veces en los años previos que esto podía ocurrir.
En La Plata podemos mencionar las inundaciones de los años 2002 y 2008, pero también nos advertían las catástrofes que sufrían localidades vecinas e incluso la Ciudad de Buenos Aires. A ello, se suman varios informes producidos por instituciones públicas, como la UNLP, que advertían sobre la posibilidad de lluvias importantes e inundaciones y aconsejaban la realización de obras.
Ahora bien, nueve años han pasado desde aquella trágica jornada, y a pesar de la persistente lucha de los vecinos, no son notorias las consecuencias en materia de planificación urbana que esto significó para nuestra ciudad.
Al día de hoy, continúan expandiéndose las superficies construidas y sigue faltando un acompañamiento de este crecimiento con políticas públicas que prevean las catástrofes naturales y los impactos de la emergencia climática. Las lluvias intensas y de corto tiempo van a ser cada vez más frecuentes y nuestra región, por sus características geográficas e hidrológicas, es particularmente vulnerable a estos riesgos.
Por su parte, las obras hidráulicas que se iniciaron ayudan a mitigar los efectos de las lluvias, pero no son suficientes si no se acompañan con el mantenimiento de desagües y drenajes y la limpieza permanente de calles, cunetas y veredas.
Finalmente, necesitamos un Plan de Contingencia y Alerta Temprana que funcione, promoviendo el involucramiento comunitario de los riesgos y la participación activa en las fases de mitigación, emergencia y reconstrucción. La gestión de riesgos permitiría reducir de forma progresiva y continua una situación de peligro y maximizar la prevención.
El cambio climático no es una hipótesis entre tantas, ni una idea borrosa de algo que puede ocurrir en el futuro. Es una realidad que ya está afectando nuestras vidas. Por eso, a nueve años, no olvidamos y seguimos exigiendo previsión, planificación y acción por parte del Estado, para que lo que se pudo haber evitado no vuelva a ocurrir.