Las obras sobre la parte del Centro Comercial de Villa Elvira en el tramo de avenida 7 de 72 a 82, quedaron inconclusas debido a cambio de gobierno y la falta de acuerdo con las empresas que venían desarrollando la tarea por el alza de los índices inflacionarios en el 2023. Este dolor de cabeza le trajo aparejado al gobierno de Julio Alak, dispares reclamos como el de la panadería de 7 y 74, en donde el comerciante se cansó e hizo su propia vereda.
Un mes antes que Julio Garro dejara de ser intendente, las obras de avenida 7, que ya se habían demorado en comenzar y luego lo hicieron en un tramo de un puñado de cuadras y mal hechas, dejaron de hacerse por la imposibilidad de las empresas de asumir el costo de las obras, comentaron en ese entonces fuentes oficiales que hablaron, además, de un intento de renegociación de las obras.
Entre tantos dimes y diretes, con promesas de reactivación y avance en la colocación de veredas, mobiliario urbano y un posible nuevo recapado del asfalto sobre la avenida principal de ingreso a Villa Elvira, salvo para un viejo dirigente político que hoy manda en la gestión, la obra no arranca y los ánimos están caldeados.
En 7 y 74, cuando se realizaba la obra, los obreros se encontraron con el piso socavado por una pérdida en una unión de las cloacas, lo que provocó que todo el piso se venga para abajo y a partir de allí se abandonó la obra en esa esquina.
Los meses pasaron, las empresas se fueron y el comerciante se quedó con un enorme pozo, los pilares del techo volado sobre la propiedad sueltos y encima malos olores que inundaban el local, además de la mugre que volaba hacia adentro.
Ante tanta insistencia, la empresa ABSA colocó un empalme de cloacas y cerró su participación en el lugar. Allí se desató un conflicto entre la empresa y el Municipio en cuanto quién se hacía cargo de hacer la vereda.
En definitiva, ni la Municipalidad ni la empresa pusieron un peso para la resolución del conflicto en la mítica esquina de Villa Elvira. Según contaron a NVE fuentes allegadas al comercio, el oneroso gasto corrió por cuenta del comerciante que, abrumado por la situación, decidió cerrar el piso de enfrente de su comercio y dar por terminada, luego de año, la discusión.